31/5/2011
“Queda esa cultura que no hemos logrado superar”
Minou Tavarez Mirabal
Cincuenta años después de su eliminación física, la figura de Trujillo aún es de gran presencia e impacto en la sociedad dominicana. Los que vivieron en este periodo les transmitieron a sus hijos los hechos horrendos y la mecánica de control social que por ser tan brutal, no salió de la memoria con facilidad. A esto se le puede sumar que del régimen sólo salió parte de la cúpula.
El más cercano colaborador de Trujillo en cuestiones de estado, Joaquín Balaguer, inauguró una nueva era transicional que incluía la milicia y muchos colaboradores del régimen. Esto no terminó ni siquiera con la llegada al poder del partido de Juan Bosch en 1996. Entonces, a pesar de que existían leyes que prohibían las actividades trujillistas, la piel del régimen siguió y sigue viva hasta el mismo presente en que escribo. El poder de la oligarquía y otros sectores militares e ideológicos se van apagando pero todavía inciden demasiado en la fisonomía de la sociedad dominicana.
Tan palpable es el hecho que no ha sido posible aplicar en su justa dimensión las ideas de Juan Bosch, uno de los demócratas más avanzados del continente. A Leonel Fernández le ha tocado hacer que esta transición suceda de manera pacífica, sin que ocurra ninguna otra confrontación como la guerra de abril del 65, golpes de estado o confrontaciones de poder con los remanentes que representan esta fuerza viva se sientan que el poder heredado se le ha arrebatado de manera abrupta. Todavía hay muchas víctimas y victimarios vivos aunque ya pasaron 50 años desde el día que el mocano Antonio de la Maza le llenó la boca de balas al tirano que humilló la oligarquía previa a su era y construyó una nueva.
El Partido de la Liberación Dominicana ya ha estado en el poder por 11 años y en su propio seno se reclaman los cambios que eliminen de una vez por todas las incidencias del trujillismo y que aflore una sociedad libre de esos lazos que obstaculizan los cambios que por su audacia le den fin a la POBREZA EXTREMA y a la pobreza en general.
Que no se topen las ideas de Juan Bosch con los intereses de esta oligarquía que construyó Trujillo y que aun posee una fuerza que detiene procesos fundamentales en nuestra sociedad. Muchas cosas han cambiado en la orientación política del país, el mundo y los Estados Unidos.
La guerra fría ya terminó y las reivindicaciones de los pobres ya no son sinónimos de revoluciones y comunismo. Aquí es donde aparece Danilo Medina con una orientación para reparar las injusticias que mantienen la pobreza como un problema no prioritario, sin que ocupe un sitial en la agenda para lograr el desarrollo.
Danilo Medina lo ha dicho hasta la saciedad: con la realidad de abandono de los sectores empobrecidos, no puede despegar el proceso de desarrollo. En nuestra sociedad aun predomina la idea de la opresión como mecanismo para garantizar los privilegios y la suma de riquezas al capital de una poderosa y miope clase dominante.
El trabajo que ha hecho Leonel Fernández es más que suficiente para que proceda la movilidad social de la clase menos privilegiada. Con Danilo Medina “ahora le toca a Moca” y Moca son los pobres, sin Trujillo, sin su sombra y sin los elementos que sirven de barrera para que este gran cambio acabe de convertirse en prioridad. Es un asunto de valentía y honestidad. También lealtad con Juan Bosch. De estas cosas habló Danilo con Lula cuando le visitó en el Brasil.
Autor: Héctor (Tito) Pereyra
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