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Puntos de vista 23 Diciembre 2011
UMBRAL
Manolo Pichardo
Quizás no milite orgánicamente, pero muchos conocemos de sus simpatías y su nivel de colaboración con el candidato pepehachista. Danilo Medina, que está entre el selecto grupo que conoce de sus andanzas por los pasillos íntimos de la política, que envuelve parte de la estrategia de campaña de Hipólito Mejía, le arrancó el antifaz frente a las pantallas de los televisores.
Con la cara al aire y sin poder mirar fijamente a los ojos de los ciudadanos y ciudadanas, de votantes comunes y corrientes, de hombres y mujeres de a pie que no tienen acceso a informaciones privilegiadas, y no tan privilegiadas, quiso ponerse a distancia de los blancos para no comprometer la “legitimidad” de su oficio como coordinador de Participación Ciudadana, entidad que desde hace años se desempeña como vigilante de la institucionalidad y la transparencia, para decirlo de algún modo.
Retirada la careta, su misión se puso en peligro, pues, la institución que debía servir de instrumento suplidor para cubrir las deficiencias del equipo de estrategia o meter en la opinión pública temas que por ser soga en casa de ahorcado no podía tocar el candidato del PPH y sus estrategas, se invalidaba.
El señor coordinador, partiendo de la lógica del emergente que entra al juego para dar el hit en el momento oportuno, se sintió tan cómodo que quiso ser designado y parece que lo convino con su candidato, entonces entró en la alineación como abridor y cuarto bate, y como le parecía poco, se fue agenciando el puesto de lanzador, con la inescrupulosa intención de ponchar a Danilo desde un montículo imparcial. ¿Qué pensó? ¿Que podía participar frente a los fanáticos pichando y bateando a favor de un equipo siendo uno de los árbitros, o pretendiendo serlo, sin que el equipo contrario saliera al terreno de juego para pedir su expulsión o sustitución? El otro conjunto no está compuesto por anencefálicos, todo lo contrario señor coordinador. Usted tendrá que hilar muy fino para responder a las estrategias de su candidato desde la trinchera que pretende ser estadio de ciudadanos y ciudadanas, porque los que juegan desde el lado contrario, tienen cerebros bien puestos y olfato canino.
Van dos máscaras que pierde este coordinador en su empeño de cargarse a su favor a la opinión pública; la primera en que intentó izar una bandera moral con dos códigos, al denunciar el uso que daban los diputados a las exoneraciones de vehículos de motor, estando él envuelto en las operaciones que denunciaba como pecaminosas; y ésta, en la que perdió además la cabellera pretendiendo timarnos a todos con su militancia envuelta en el cascarón de una entidad que muchos respetamos. ¿Habrá más caretas para él, u otros, desdoblados, dispuestos a jugar el juego de los enmascarados? Si las hay o los hay, encontrarán desenmascaradores haciendo fila para no dejar a Danilo solo en este compromiso por evitar a los destructores y seguir construyendo.
No somos tontos, solo en las tiras cómicas y en las películas Superman se puede esconder tras los lentes de Clark Kent.
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