9 octubre 2010, actualizado a las 5:52 PM
Antonio Isa Conde
Desde hace algunos meses, un grupo de ciudadanos y ciudadanas, entre los que me encuentro, que desde hace décadas asumimos el compromiso de luchar por las transformaciones económicas, políticas y sociales que requiere el país, decidimos aportar nuestros esfuerzos para impulsar un proyecto político capaz de contribuir a la consecución de esos objetivos.
Convencidos de que los cambios no vienen solos, procuramos hacer un aporte para romper la barrera del subdesarrollo, la inequidad social, y fortalecer la institucionalidad democrática.
En ese sentido, hemos convergido en elegir, para canalizar nuestro aporte, el proyecto político de Danilo Medina, por entender que con él tenemos mayores coincidencias a nivel conceptual y, paralelamente, tenemos la mejor valoración de la calidad humana de quienes le acompañan en su propósito de gobernar el país.
Tradicionalmente hemos sido dados a creer más en proyectos y programas que en personas, y estamos muy permeados por el escepticismo propio de tantas frustraciones y esperanzas fallidas, lo que, como es natural, nos ha motivado a hacer algunas reflexiones, y preguntarnos hasta dónde podríamos influir para impulsar una forma distinta de hacer política y de qué instrumento nos podríamos valer para que nuestro aporte sea positivo.
Estamos convencidos de que en la medida que podamos colaborar en fortalecer un proyecto de tanta trascendencia, nuestras ideas y aspiraciones tendrán mayor relevancia e incidencia. Para ello, debemos comprometer también a más voluntarios con inquietudes similares a las nuestras.
El cambio no viene sólo. Debemos contribuir con ideas y propuestas específicas, pero también con nuestra participación en las futuras batallas políticas, como parte de este proyecto. De algo estamos seguros: en forma individualizada no tenemos posibilidad de incidir en los cambios adscritos al único proyecto con un contenido que puede llevarnos a emprender un nuevo rumbo. Vale la pena intentarlo.
Tenemos que crear una masa crítica para impulsar los cambios con todos aquellos que, a pesar de tantas frustraciones, dentro y fuera de los partidos políticos, no nos resignamos a dejar de luchar por construir nuestras utopías y por dar continuidad a la parte buena que, en su modelo de gobierno nos ha ofrecido el presidente Leonel Fernández.
Por otro lado, la democracia no puede ser sólo un régimen para la elección legítima de las autoridades. Si los gobiernos se suceden y los problemas continúan, el pueblo puede llegar a cansarse de ejercer el voto. La democracia tiene que ser, también, un régimen político donde los ciudadanos vivan con dignidad.
En fin, una democracia para vivir bien y en la que la ciudadanía participe en las decisiones. Pero eso no vendrá solo por obra y gracia del Espíritu Santo, sino por la acción coordinada y consciente de la mayoría de dominicanos que aspiren a conseguir la vía del progreso, del desarrollo y la inclusión social.
En consecuencia, entendemos que es preciso comprometerse y participar contribuyendo con el esfuerzo de presentar a la ciudadanía una opción capaz de demostrar en su lucha y camino al poder que concibe y ejerce la política de manera diferente, con una referencia ética, y que su compromiso es con la solución de los problemas que impiden que la mayoría de la ciudadanía pueda vivir con la dignidad propia de seres humanos en el siglo XXI, algo que en lo que todavía hay grandes déficits, no obstante las altas tasas de crecimiento económico que hemos alcanzado en las últimas décadas.
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