lunes, 30 de abril de 2012

Los errores de Hipólito y las consecuencias electorales


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30 Abril 2012
Orlando Gil
orlandogil@codetel.net.do
LO GRAVE.-
El problema de la candidatura de Hipólito Mejía no es que se haya caído en las últimas tres encuestas conocidas, o que pueda hacerlo en las que todavía no se han publicado. La maleza luce tupida y no siempre se tiene el machete a mano para desbrozar el camino a tiempo.

Lo grave es que sus aliados ocasionales hayan tomado de excusa estos inconvenientes para sacarle la alfombra cuando más la necesitaba. No es lo mismo desplazarse sobre un piso mullido que sobre caliche.

Así, lo que podría ser pasajero, se convierte en permanente, e incluso definitivo. El candidato Danilo Medina, el PLD y el gobierno tienen que haber visto con asombro, pero sobre todo con satisfacción, como los medios que les eran hostiles, al voltearse la tortilla, ahora comen de su lado. Sin rubor, sin pudor, y hasta sin malicia, aceptan como buenos y válidos esos resultados. El absoluto ahora no es un referente, es la realidad. Como si Benenson, Alfonso, Cabrera y Asociados y Gallup fueran depositarios de una corona que ahora colocan en la cabeza de Medina…

DESENCANTO.-
Lo peor es que ese cambio de ánimo no responde a un resabio ocasional, sino a una serie de fallas que provocaron, primero, vergu¨enza ajena, y segundo, llevaron a la desilusión al convencerse de que estaban afanando con un imposible. De seguro que en este caso como ocurre con todo en política hay cosas que no se ven, pues la mudanza de actitud luce muy apurada.

¿Fueron los resultados de las encuestas mencionadas o los deslices de la semana pasada en escenarios de importancia lo que provocaron el desencanto? Digo, porque se ve muy forzado el rompimiento.

Entre las apreciaciones que se hicieron, hay que se salen de madre. Por ejemplo, que las diferencias son mayores, pues los sondeos se realizaron antes de las presentaciones de Finjus y el Grupo Corripio. Que si se midiera ahora, en vez de fracaso, habría que hablar de catástrofe. Esa es la paradoja de las campañas. Un acontecimiento fortuito salva y una acción propia hunde. Hipólito Mejía, ahora se lamentan, “no coge cabeza”, como si el defecto fuera nuevo, cosa de ahora…

EN EL AIRE.-
Cuando un equipo de pelota pierde tres juegos corridos, la preocupación va más allá del dogout y de la gerencia. Llega a las gradas, y con los fanáticos, a las calles.

El edificio de la candidatura de Hipólito Mejía todavía no se ha derrumbado, pero los colores no se ven igual que antes, y es que los andamios se fueron a tierra y el pintor hace su trabajo agarrado de la brocha.

Lo que parece es un trapecista, por los saltos y los riesgos de caída. Eso lo observan quienes compraron espacios, y creen que la inversión peligra, pero también los caminantes que miran desde abajo. Dije hace dos semanas que ninguno de los dos principales candidatos podían hacer nada para ascender en la preferencia del público. Que habían hecho todo lo que les era dable hacer, y que eran otros los factores que debían entrar en liza y decidir la contienda.

Ahora, sino hay forma de subir, lo justo es no dejarse caer. Los errores son probables, pero cada cual debe cuidar de que no sean posibles, pues uno solo puede constituirse en pendiente enjabonada y provocar un desastre...

LOS ERRORES.-
El músico de jazz improvisa, pero lo hace sobre las mismas notas, de manera que nunca haya disonancia.

Nadie niega ni discute que Hipólito Mejía hizo daño a su candidatura cuando dejó de lado el papel e improvisó sobre los jueces de la Suprema Corte de Justicia. O que fue un desatino la acusación que hizo a las domésticas. Lo que se ve claro no necesita espejuelo.

Ahora ¿Pueden dos errores cometidos en un mismo escenario echar a tierra una boleta que en su momento encabezó las preferencias del electorado? Igual vale preguntar si los resultados de tres encuestas pueden constituirse en sentencia y decretar la muerte de una candidatura con tanto auspicio popular.

El problema, por tanto, no son los errores, que siempre son propios de humanos, sino insistir. En creerse con derechos absolutos y no corregirse sobre la marcha. El candidato Mejía puede ser “atípico”, como se define, pero la campaña no lo es, y tampoco los votantes. Si quiere seguir siendo él, que sepa que en esas condiciones ya no puede ser rey…

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