lunes, 23 de abril de 2012

Detalles de un plan macabro


Fuente original...
23 Abril 2012
Oscar Medina
oscarmedina1974@gmail.com
Hace cerca de un año, cuando encabezaba cómodamente todas las encuestas, Hipólito Mejía y sus seguidores creyeron que ese panorama electoral era invariable. Y como la victoria era inminente, comenzaron a repartirse el gabinete. El “futuro presidente” se dedicó a ofrecer cargos como estrategia para intentar reagrupar al perredeismo en torno a su figura. Escogió a sus ministros de Hacienda, Educación, Salud y Obras Públicas, al gobernador del Banco Central  y a los administradores del Banco de Reservas y de la Lotería. También designó al vicepresidente de la CDEEE, al presidente del INDOTEL, al procurador general de la Republica, al Canciller y a los principales cónsules y embajadores de su eventual gobierno. Todos estaban haciendo planes y acercándose a sus amigos procurando colaboración.

Pero los números cambiaron y mucha gente, que hizo sus fantasias con algunos puestos, hoy se ve lejos de esos despachos y ha entrado en una especie de  negación colérica de aceptar la pérdida de algo que nunca tuvieron.

Eso explica la actitud de algunos personeros de la campana de Mejía a quienes la modificación  del cuadro electoral y la imposibilidad material de revertirlo les han llevado a  niveles delirantes que les están conduciendo por caminos peligroso para ellos y para la estabilidad democrática del país,  concibiendo planes macabros que buscan alterar el proceso electoral y hacerlo sucumbir en el caos.

La primera etapa de ese plan buscaría accidentar el tramo final del proceso. Para ello han montado una campaña sucia que no tiene fronteras ni límites, que procura desacreditar lanzando infamias sobre políticos, empresarios y periodistas que les resulten incómodos. Igualmente pretenden provocar hechos de violencia, como ya ocurrió el pasado fin de semana cuando el hijo del Presidente Fernández fue atacado mientras se encontraba en la tarima del movimiento de apoyo que coordina durante la caravana de Danilo Medina en el Distrito Nacional. Su perversa estrategia pasa por “buscar” algunos muertos, que serían utilizados para que desde sus trincheras mediáticas se denuncie la “intolerancia y la desesperación peledeísta”.

Pero la parte más execrable del plan fue diseñada para ponerla en práctica los días previos al 20 de mayo y el día mismo de las votaciones. Dentro de su delirio, esta gente pretende alterar la fluidez de las votaciones en un número de mesas predeterminado en las que históricamente el PLD ha sido fuerte, comprando cédulas e incidentando el proceso. Para ello cuentan con una especie de banda a la que llaman La Colmena, organizada alrededor de un ex dirigente peledeísta históricamente vinculado con el tigueraje barrial. Procuran retrasar sustancialmente la apertura de las votaciones de forma que sea necesario prorrogar la hora del cierre de esos centros, más allá de las 6 de la tarde.

Y aquí entra la otra parte del plan que consiste en declarar ganador a Hipólito antes de que la Junta Central Electoral ofrezca el primer boletín. Para ello cuentan con la colaboración de algunos “líderes de opinión”, quienes están montando una cadena de “análisis” del proceso. Y como la JCE ha decidido que la información sobre el resultado electoral fluirá hacia los medios de comunicación simultáneamente que hacia los partidos y su propio centro de cómputos están preparados para mostrar boletines favorables a Mejía y anunciar lo “irreversible” de la tendencia mostrada. De esa forma, si la Junta, al completar el conteo, presenta un panorama diferente, declararían el proceso como “fraudulento”, denunciando que las elecciones les fueron “robadas”.

Dicen que para ello cuentan con apoyo militar y policial, pues unos cuantos ex generales están organizando tropas de choque que, incluso, contarían con el concurso de oficiales y miembros activos de ambas instituciones armadas. De ahí la forma tan altanera en que algunos vocingleros del pepeachismo amenazan con “un baño de sangre” si Mejía no es proclamado ganador de estas elecciones.

La seguridad del Estado está al tanto de la trama y se están tomando medidas a fin de evitar la subversión del orden y el clima de paz. Por igual, la campaña de Danilo Medina está en pleno conocimiento de todo y ha reforzado la seguridad del candidato y conminando a sus militantes a evitar las provocaciones y la confrontación. Además han profundizado el trabajo electoral y están tomando medidas precautorias para el 20 de mayo.

Sin embargo, otras disposiciones deben provenir de la Junta Central Electoral, que también fue informada de esta situación. Es el caso de revertir la decisión de transmitir simultáneamente las actas y los boletines desde las juntas municipales a la Junta Central, los partidos y los medios de comunicación. Y si bien es cierto que la Junta tomó esa medida, imbuida de la mayor buena fe, y como forma de aumentar los niveles de transparencia que rodean las elecciones, la triste realidad es que ahora pretenden utilizarlo para la desestabilización y el cuestionamiento del proceso electoral.

La Junta debe hacer lo que siempre ha hecho. Transmitir la data única y exclusivamente al centro de cómputos de su sede central. Allí los partidos y la sociedad civil tienen suficientes ojos para ver y supervisar la diafanidad del cómputo.

Y los partidos que hagan lo que siempre han hecho. Que sus delegados transmitan a sus respectivos centros de cómputos el resultado de sus colegios y entreguen la copia del acta certificada y plastificada con la que cada uno se queda.

¿Los medios de comunicación? Que se limiten a informar y que solo ofrezcan resultados oficiales. Que hagan sus análisis, pero que no sean dueños de la información del cómputo. Porque hay gente enquistada en ciertos “grupos de comunicaciones” a la que solo le motiva resentimientos y perversiones muy alejadas de los discursos de transparencia e institucionalidad que tanto pregonan.

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