10 de agosto de 2011 00:16
Por Jorge Piña
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Ningún presidente de la República Dominicana moderna ha sido más carismático que Trujillo. Nadie le puede quitar su chispazo divino y su malévolo don de predestinado a dirigir los destinos de la patria quisqueyana. De no haber sido así más de la mitad de la población dominicana del momento hubiera sido condenada y aniquilada sin contemplación.
Nadie le puede quitar al perínclito de la patria nuestra su especial encanto para las masas, para los intelectuales, la comunidad religiosa, la cúpula empresarial y de los negocios de la época. Qué tanto Trujillo como Balaguer, eran seres carismáticos, es fuera de toda duda. Y recuerdo, sin embargo, que la consigna fue por mucho tiempo. Balaguer muñequito de papel. Pues vale también la personalidad endeble y pequeña de mequetrefe. Que valga Napoleón para la muestra. Y aun así el mismo Balaguer llegó a conquistar los corazones rojos de muchos patrioteros.
Qué Danilo Medina no tiene carisma. Eso dicen y se repite por doquier. Qué debe conquistar a la gente. A la población. Nadie ha conquistado con tanto entusiasmo el corazón de un país con mayor atracción y gracia supuestamente divina que Hitler. Parece ser que todos los dictadores son líderes carismáticos. Nacidos con un don especial y predestinados para gobernar con férrea, y para algunos, justa tenacidad, tino y precisión los destinos de un pueblo. “Que viva el Jefe”. Parece ser la consigna desfasada de nuevos sátrapas ingenuos, incipientes agitadores e idólatras narcisistas de último turno.
Quién no ha tenido más carisma que el guapo de Gurabo. El innombrado. Ahora hecho Papá. Naturalmente. Si llego Papá. El mismo Papá que conocemos. Se jodío Mamá. Porque Papá con todo su carisma de payaso ha sido y será un fallido presidente de un solo turno. Tiene personalidad, le sobra ángel dirá un intelectual arrepentido. Una personalidad presidencial que atropella, insulta y discrimina. Con una imagen internacional despreocupada, pintoresca y chabacana que ha sido la vergüenza nacional. Y como él la mayoría de los presidentes modernos dominicanos han sido carismáticos. Muchos malos presidentes por cierto. Asesinos y perversos unos, corruptos y locos otros. Suicida alguno. Ladrones confesos unos pocos. En la línea del hazmerreir de Bejarán y del prófugo confeso y encerrado del también ingeniero agrícola Fujimori. Lejano a la fascinación del carisma bonachero de Chávez y a la ficción de sabio caribeño de Fidel.
Qué Danilo Medina no tiene carisma. Se lo creen y lo dicen sus seguidores en silencio. A caso no tienen carisma nuestros socialistas locos del Caribe. 50 años después para uno su pueblo revolucionario se detuvo en el túnel de un presente eterno terrorista y de exilio forzado. Para el otro, la locura de la perennidad de las cosas, mata la pasión democrática del existir y vivir libremente sin persecuciones, maldad y penuria.
Qué Danilo Medina no tiene carisma. Quién dijo eso. Cómo se mide eso. De dónde viene el carisma. Parecen ser las preguntas de la misma apuesta de los siglos turbulentos del oprimido, el perseguido y de la víctima sometida. La segregación del negro. La iniquidad y desigualdad de los homosexuales. Bueno, ya se pueden los “gays” casar, por fin, en New York.
El de las mujeres no votan. Los niños que se callen que no tiene derecho a nada. El dicho de que las mujeres son de la casa y los hombres de la calle. Estos son los emblemas del desesperado de todos los tiempos. Las mismas supuestas desgracias del humilde, del oprimido y del pobre. Las viles estratagemas institucionales y morales de la ignorancia.
Se nace así. Se es así. Es divino. Es el destino. Es cuestión de suerte. Es por la Gracia de Dios. Como el falso carisma de los falsos políticos, dictadores y caudillos. Porque irremediablemente la ausencia de carisma es condición irrefutable para perder en las elecciones. Es por eso, por su carisma emblemático, que Trujillo las ganó todas.
Es cosa divina. Parece ser la respuesta del sabio amargado que sabe que perderá la contienda. Se nace con eso. Por el contrario Simón de Beauvoir, la mujer de Sartre, nos lo dijo. La mujer se hace no nace. No Freud. La anatomía no es destino. El Deseo lo es. Es manida y repetida la respuesta: El líder se hace no nace. El carisma falso es la careta publicitaria del político perverso y embustero. El carisma se hace de las simpatías atrayentes del político verdadero.
Todos los presidentes dominicanos modernos, dictadores, aspirantes o no, carismáticos todos han sido producto de una coyuntura política, malévola y criminal. Cerruchadera de palo. Es decir golpe de estado. Caudillismo. Un innecesario dedazo de nuestra esperanza del líder negro, que a diferencia de Obama, no pudo ser presidente. El rojo y el morado contra el blanco y el negro eterno.
Los colores tripartidos como contienda que oculta la verdad de los crímenes inconfesos, las deudas fundamentales contra la libertad y de nuestras diferencias irreconciliables, ideológicas, éticas y morales, pero negociables por el poder que ilumina y ciega a la vez.
Yo no quiero un líder con un carisma como ese. Malsano. Embustero. Engañador. Maledicente. Mentiroso. Criminal y perverso. Hitler y Trujillo. Balaguer y Mussolini. Nerón y Calígula. Esos hombres fuertes, todopoderosos y generalísimos, padres de la patria, benefactores, caudillos: Porfirio Díaz, “el delegado divino”. Videla, Lenin y Stalin. Y Pinochet. Carismáticos sin límites ni compasión. Todos sumergieron a sus propios países en la pobreza, la destrucción, la perversión, la desolación, la ignominia y la esquizofrenia. El personalismo desmedido. La crisis social y política, y la abolición de las libertades civiles en todos.
Danilo Medina tiene Carisma. Ha sostenido la misión y visión renovada de un partido por décadas. Es su voz. Su utopía y la mejor opción firme de poder actual. Danilo Medina tiene otro tipo de carisma. Su tecnicismo es su carisma. El carisma de la paciencia, del oficio y la profesión. Del trabajo sostenido. El carisma de la benevolencia y de la honestidad. El carisma del sabio que quiere la transformación social de sus conciudadanos. Danilo Medina esta hecho de un carisma especial. El carisma de la devoción y del compromiso de hacer un país digno y mejor cada día. Es decir, como diría Zizek, como lo hace el psicoanálisis, tenemos que enfrenta al homo politicus dominicano a la más radical dimensión y transformación de la existencia humana.
La propuesta Lacaniana también es simple. Para ser uno hay que primero ser otro. Danilo es el Lula dominicano. Su carisma de líder está en su pasión, como en Brazil, por eliminar la pobreza total del pueblo dominicano.
Es por eso que el carisma de Danilo Medina es terrestre. Es material y manantial de las tácticas y estrategias de la experiencia. Es la encarnación verdadera de las propuestas y programas al unísono para el pueblo. Danilo Medina es un otro tipo de líder carismático. Transparente. Compasivo. Vive de las aspiraciones reales del pueblo dominicano de salir de la pobreza, del desatino del pasado y de las pesadillas horripilantes de un imposible Papá lapidario. Que así sea.
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Jorge Piña es Metapoeta, consultor, educador, coach y activista cultural en New York-USA. Gratis solo para publicación en medios digitales. Favor citar la fuente y el autor.
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