Rafael Sánchez Cárdenas | perspectivaciudadana.com | 02-09-2011
El sistema democrático presidencialista delega el poder del pueblo en uno de sus ciudadanos. Para conducir los intereses de la Nación. Para proteger y elevar el bienestar de su gente. Para forjar y estimular el espíritu del país a la grandeza, a la virtud y al conocimiento con que se labran los sueños del futuro.
Escoge y marca aquel que juzga de su conveniencia. No busca multitudes, sino un conductor, una personalidad, con las mejores virtudes para capitanear el barco. Recio por razón y ley. Blando para la compasión ante la desventura ajena. Pero intransigente con los nuevos cambios que reclama la sociedad dominicana.
Danilo Medina ha puesto ante el país la cara propia, el sello de identidad y la fuerza de los hombres de convicción y coraje. De los que mean su territorio.
Ha planteado alcanzar la libertad por la senda de la educación. La salud universal, de calidad y costo justo. Una Quisqueya sin miseria, con empleos dignos para jóvenes y mujeres movilizados. Un eslabonamiento productivo hacia el ensanchamiento del mercado, que amarra con nudo de veleros al turismo, la agricultura, las PYMES y a la industria en una sola dirección.
Desafía al crimen, con la promesa de arrancarle el corazón mismo. Y recupera la preocupación por el ambiente.
No reniega de su familia política, en tanto proyecto colectivo, asumiendo sus imperfecciones con el rigor de la crítica fraterna. Pero se empina sobre el horizonte, llenando su alforja con lo bueno de hoy, y nos empuja y convoca a todos hacia una tierra de promisión. Contra la irresponsabilidad, la deshonestidad, la mentira y la demagogia. Escuchando, dialogando y uniendo voluntades con sentido democrático y respetuoso, pero firme y austero.
Recoge de Juan Bosch el amor a la política limpia, noble, responsable y orientada al servicio.
Danilo, más que campaña, arrea un sueño para y con los dominicanos. Contra el desconsuelo, la frustración y el desaliento que promueven los que no ven más que el lodo del arrozal, que alguna vez quemaron en arrebato.
Es simple, para las conciencias honradas. Y más aún para aquellas esclarecidas. Entre dos posibles: el mejor para todos. El más esclarecido, sensato y de gran templanza.
Hay que levantar los corazones. Por un cambio; por la única esperanza posible que nos presenta mayo 2012.
Santo Domingo, 2 de septiembre de 2011
rsanchez.cardenas@gmail.com
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