Rafael Sánchez Cárdenas | perspectivaciudadana.com | 10-09-2010
Brasil estaba como cualquier país latinoamericano, hirviendo en pobreza. Hace poco más de una década que un tercio de su población sobrevivía en chabolas en la más absoluta exclusión social. Y una intervención estatal casi nula y con corrupción pública y privada asociadas.
Lula Da Silva llegó al lugar apropiado para promover los objetivos que le llevaron a la lucha política y sindical en el Brasil de hace más de 25 años.
La sensibilidad y la conciencia social del líder sindical empujaron a Lula a encarar con decisión la pobreza brasileña, que se congregaba, esencialmente, en los grandes centros urbanos del país.
Y sin ambages le planteó a Danilo Medina, que su éxito de gobierno descansaba en una visión: “Ningún país puede alcanzar el desarrollo si sus ciudadanos no tienen capacidad de consumo”. Una frase lapidaria.
Lula reveló que partiendo de esa visión consagró su gobierno al objetivo de incorporar al mercado a los pobres que no tenían poder de compra. Y que producto de esas políticas habían sacado a 24 millones de personas de la indigencia y otros 31 millones más pasaron a la clase media. Esto significa que 55 millones de pobres han experimentado una movilidad social sin precedentes en América Latina y a un ritmo de crecimiento de un 6% anual.
Brasil ha tomado el camino de las potencias económicas del mundo mediante una poderosa inversión social que ha reforzado su aparato industrial y productivo nacional en base a una visión tan reivindicativa como ganadora. Y desde una posición de centro izquierda. Responsable.
Los que oyeron la exposición de Danilo Medina, en el Gobierno de la Mañana, tienen sobrados motivos para ver la visión ganadora y reivindicativa por excelencia del panorama político y económico nacional. El líder de ese proceso está a la mano.
Santo Domingo, 10 de septiembre de 2010
rsanchez.cardenas@gmail.com
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