10/9/2010
Mirar
Hace muy bien Danilo Medina con ir a Brasil, correspondiendo a una invitación de la campaña de Dilma Rousseff, a constatar con sus propios ojos un proceso político-electoral en que se juega una suerte de relevo, de permanencia en el poder de un partido político y de un líder, Luis Inácio Lula da Silva, que en apoyo a la candidata de su partido se a involucrado en cuerpo y alma.
Para Danilo, sin duda alguna, observar ese proceso e interactuar con el Presidente Lula y la candidata Dilma Rouseseff, será -me imagino- una experiencia interesante y pedagógica en cuanto a escuchar de viva voz sobre las experiencias, lecciones y diseño de una plataforma política-electoral con el referente-presente del Presidente Lula y su gran obra de gobierno que ha puesto a Brasil, en el escenario internacional, con una agenda propia.
Un viaje hacia el exterior siempre ensancha el horizonte político-cultural de cualquier aspirante presidencial; pero además, podría contribuir a mirar lo nacional desde otra perspectiva y lo partidario desde otros ángulos. De esa simbiosis analítica-comparativa a veces surgen grandes cambios, ajustes y convencimientos de que la política más que una encrucijada de encuentro y desencuentro, es también, una escuela del alma humana.
Lo que el Presidente Lula ha hecho en Brasil, tiene un gran atractivo programático en Danilo Medina, pues es un dirigente que desde hace mucho tiempo viene madurando, en su partido, un proyecto político focalizado en la agenda social del país. Para ello, le acompaña el compromiso, el componente de la visión y una voluntad política inquebrantable. De eso tengo constancia.
La otra perspectiva para hacer realidad una aspiración política-electoral, es vislumbrar el momento, hacer posible la disensión aún en medio del consenso y procurar construir puentes internos y externos (una gran alianza libre de fanatismo político-ideológico) que nos hagan potable y, sobre todo, que nos hagan parte de un proyecto país, plural, partidario, inclusivo, rebozado de amor y de capacidad infinita para ver, en la escuela humana que es la política, el milagro de la hermandad. ¿Será posible? ¡Claro que sí!
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