martes, 11 de enero de 2011

Danilo Medina: El carisma de un renovador portentoso

8/1/2011
La simpatía que despierta en la ciudadanía el aspirante a la presidencia de la República por el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), licenciado Danilo Medina, no es una obra casual, sino que la misma simboliza la respuesta que ofrece el electorado a la congruencia de un político que no solo se sensibiliza ante el drama que representa la gran cantidad de ciudadanos socialmente excluidos existentes, sino también por la percepción que tienen esos habitantes de que el aspirante posee los instrumentos para acabar con la tragedia y mejorar sus condiciones de vida.

Danilo es el único de cuantos aspirantes están lanzados al ruedo en la palestra pública que habla de los problemas que afectan a los dominicanos y el único que está planteando soluciones tangibles dentro del ordenamiento y las perspectivas democráticas. Mientras los demás están inmersos en una confrontación permanente que le resta tiempo para airear los problemas del país, Danilo avanza motorizado por una plataforma en la cual están patentizados los resortes de su línea de acción para erradicar definitivamente los problemas que más angustias causan a la población.

Danilo ha venido construyendo un liderazgo persuasivo y concluyente. No se trata de un demagogo de ideas fatuas y concientemente ineficaces, sino de un gerente genial, portentoso, que ha asumido un protagonismo hacendoso para atacar en sus raíces los males que afectan al país desde hace muchas décadas y que se mantienen latentes debido a la inoperancia de muchos de los gobiernos que hemos tenido en este tramo de nuestra vida democrática.

Algunos ascetas y francotiradores del devenir histórico, imposibilitados de articular un discurso racional y coherente para oponerse a la candidatura de Danilo, pretenden descartarlo presentándolo como un líder carente de carisma, acusación esta huérfana de fundamento y que no responde al más mínimo resquicio de verdad.

Los partidarios de esta tesis confunden el concepto de carisma con la facundia y la teatralidad que muchos líderes exhiben en su comunicación con las masas. Es cierto que el carisma es importante en todo proceso de comunicación con las multitudes, ese es un atractivo que todos los seres humanos poseemos, aunque cierto es, que muchos lo desarrollan hasta niveles de ensueño. Los grandes dictadores de la historia han sido hombres carismáticos, sin embargo, esa aura que suele acompañar a esos líderes no ha servido sino para oprimir a los pueblos.

¿Quién puede negar que Hitler, Franco, Mussolini, Saddam, Pol Pot, Gaddafi, Idi Amin, Pinochet, Fidel Castro, Trujillo, por solo mencionar unos pocos, no fueron líderes carismáticos?, pero la verdad es que esos personajes utilizaron su poder de atracción y su magnetismo, es decir, su carisma, para hacer el mal. En la lista que presentamos están retratados los dictadores más crueles y despiadados que ha tenido la humanidad en el pasado siglo y, sin duda alguna, todos fueron personajes que cautivaron, en sus momentos, a grandes multitudes.

El carisma ayuda al político para llegar al poder y al mandatario para gobernar, de eso no existe dudas. Pero no es lo más importante. Lo que importa es que el dirigente tenga una plataforma, una idea clara de lo que se propone hacer una vez esté gobernando.

Que sea un gerente consumado, un administrador sensible, disciplinado, enérgico, honesto y capaz. Que motorice todas las fuerzas y todos los recursos de la nación para promover el bien común. Porque en esta etapa lo que país reclama no es un vendedor de espejismos y quimeras, sino un gobernante consagrado, un hombre de Estado que ataque los males que impiden nuestro desarrollo, aunque no diga discursos melosos y perfumados con las flores de la demagogia.

Danilo es el hombre que demanda el país en los actuales momentos. Nadie como él sintetiza tantos atributos que lo califican, con notas sobresalientes, para asumir la dirección de la cosa pública. Tiene la dimensión del líder carismático, aunque no sea dado a la retórica que muchas veces cautiva, pero que casi siempre engaña. El líder sincero, el que tienen interés de servir, va directo a las cosas. No envuelve su discurso en retruécanos que ocultan su verdadera intención, va directo al asunto, al meollo de las cosas. Porque es un líder de compromiso con el presente y con el futuro.

Y tiene Danilo la virtud de que es un gerente con una vastísima experiencia de Estado, y un estratega de dimensiones estupendas. La unión de ambos atributos, junto con su natural carisma hacen al aspirante del PLD un dirigente portentoso y el que ha demostrado tener mayor capacidad y estar en mejor actitud para hacer un gobierno que cambie de manera radical el rostro del país y nos convoque al disfrute del bienestar colectivo.

El argumento del carisma carece de validez, porque se ha demostrado que todas las personas nacemos con ese atributo, aunque reconociendo que unos lo desarrollan más que otros. Que aunque es un agregado para la conquista del poder, no es vital para la dirección del Estado. Que una persona muy carismática no constituye una garantía de que pueda ser un buen gobernante, por el contrario, el carisma ha estado ligado a la demagogia, al engaño y a la tiranía. Los gobiernos más desastrosos de la historia han estado encabezados por hombre extremadamente carismáticos.

Nuestro país lo que necesita y reclama es un hombre de Estado, que sepa administrar nuestros recursos con eficiencia y honestidad, que inspire confianza en las fuerzas vivas, que tenga la sensibilidad para conducirnos, en paz y en libertad, hacia la conquista del bien común. Ese hombre se llama Danilo Medina.
Autor: Sergio Acevedo

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